E130 Cuerpos, complejos y la dictadura de la imagen
- César

- May 4, 2023
- 12 min read
Updated: Jul 15, 2024
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Episodio 130: Cuerpos, complejos y la dictadura de la imagen
¿Cómo va, estudiante? Gracias por estar aquí un episodio más.
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¡Empezamos!
El verano se acerca y con ello mucha gente empieza la operación bikini, es decir, se preparan para tener un cuerpo mejor, más adecuado, más aceptable según las normas y los cánones estéticos de la sociedad actual. Puedes usar esta expresión tanto para mujeres como para hombres. Ganar músculo, perder grasa, tonificar glúteos, tener un abdomen más plano… cada persona preparándose para la operación bikini tiene su propio objetivo.
Hoy vamos a hablar de cuerpos, de la obsesión y de la dictadura de la imagen corporal. Te voy a hablar de mi experiencia personal, y no va a ser fácil para mí, pero quiero hacerlo. De hecho le he pedido a mi madre su opinión y ella me ha animado a hacerlo. Quiero hablar de ello y contarte algunas de las cosas que a mí me hubieran gustado escuchar cuando era adolescente.
Según diferentes estadísticas España es el país europeo con mayor número de operaciones de cirugía plástica y uno de los primeros del mundo. Valencia, mi ciudad, es la ciudad de España con mayor número de operaciones de cirugía plástica por habitante. He decidido hablar de este tema porque quizás, es posible, que en unas semanas, o meses, yo forme parte de la lista de españoles que se han sometido a una operación de cirugía estética. Estoy mirando diferentes clínicas, pidiendo información para operarme y acabar de una vez por todas con un complejo físico que me ha limitado en muchos aspectos en los últimos veinte años. Luego te explico con más detalle, y sobre todo te explico cómo he llegado hasta aquí. Siendo honesto, empezar este proceso me provoca tristeza, conflictos conmigo mismo y también vergüenza hablando de ello.
El diccionario recoge veintitrés definiciones de la palabra cuerpo. Voy a leerte solo las dos primeras.
La primera es: Aquello que tiene extensión limitada, perceptible por los sentidos.
Mientras que la segunda dice: Conjunto de los sistemas orgánicos que constituyen un ser vivo.
En español cuando una persona tiene un físico atractivo de forma normativa decimos que tiene buen cuerpo. En este caso tener buen cuerpo no se refiere a la segunda definición, ¿no? No nos referimos al conjunto de sistemas orgánicos. No hablamos de lo bien que respira porque sus pulmones funcionan muy bien. Nos referimos a la primera definición, a esa extensión limitada cubierta de piel que forma nuestro cuerpo, que además es perceptible por los sentidos.
En el caso de hablar de un buen cuerpo los sentidos más importantes son la vista y el tacto. Un buen cuerpo, normativo, se verá con el volumen adecuado, las curvas adecuadas, la musculatura adecuada, dependiendo de nuestro sexo y de la cultura o la época en la que vivimos. También el sentido del tacto es importante. Para ser considerado un buen cuerpo la piel tiene que estar tersa, tensa, ser joven.
Hay una canción del 2009 del cantante británico Robbie Williams que se llama Bodies, Cuerpos en español. Una canción que escuchaba en bucle en ese año, una y otra vez.
La letra de la canción dice:
All we've ever wanted is to look good naked
Hope that someone can take it
God save me rejection from my reflection
I want perfection
En español sería algo así como:
Todo lo que hemos querido es estar bien desnudos,
Esperar que alguien pudiera tomarlo.
Dios, sálvame del rechazo de mi reflejo.
Quiero perfección.
Cuando yo escuchaba esta canción pensaba que el cantante hablaba de sus problemas con su imagen corporal, pero al parecer no era así. Según dijo en una entrevista, en realidad, la letra de la canción son tonterías sin sentido y reconoció haber escrito esta canción estando colocado, es decir, bajo la influencia de alguna sustancia ilegal.
Aparte de sus problemas con la comida y la imagen corporal también reconoció haber tenido problemas de adicciones de los que afortunadamente se ha recuperado.
Aunque la letra de la canción no tuviera ningún sentido para su autor, yo cada vez que escuchaba sus letras me sentía muy identificado con la misma idea: el rechazo a mi reflejo, a mi cuerpo.
La letra de la canción dice en su estribillo: “quiero perfección”. En realidad yo no quería perfección, no quería un cuerpo perfecto, quería un cuerpo normal, quería sentirme adecuado. En este momento tenía veinte años y desde hace muchos años se había instalado en mi cabeza que había algo incorrecto con mi cuerpo, que era mucho menos válido que el de otras personas. Obviamente esta idea no aparece de la noche a la mañana, empezó mucho años antes.
En mis primeros trece años, cada vez que veía a alguien que me conocía y no me había visto desde hace tiempo, recibía el mismo tipo de comentarios. Los comentarios típicos: “qué mayor estás, César”, “¡qué alto estás!”. Pues las cosas típicas que les decimos a las criaturas cuando están creciendo. Al menos en España.
A partir de los trece años empecé a engordar, empecé a coger kilos de forma progresiva. Yo me daba cuenta, obviamente, me costaba cerrar el botón del pantalón y las camisetas me apretaban. Pero se hacía evidente sobre todo porque todas esas personas que antes comentaban sobre lo mucho que había crecido y me decían que estaba muy alto, ahora comentaban lo gordito que me había puesto. También me hacían comentarios sobre la cantidad que comía o las cosas que comía. No eran comentarios malintencionados. Estas personas no tenían mala intención, no querían ofenderme. Muchas de estas personas, terminaban su frase con un “te lo digo por tu bien, César”. De hecho la mayoría de comentarios eran algo así como: “ahora estás gordito, pero no te preocupes, cuando pegues el estirón ya verás que guapo estarás”.
Pegar el estirón es una forma familiar de hablar del crecimiento significante y rápido en los adolescentes.
Este punto marca el germen, el comienzo de mi sentimiento de rechazo hacía mi cuerpo. Yo, inicialmente, no tenía mucho problema con haber engordado, parecía molestarle más a los demás que a mi mismo. Pero la repetición constante de estos comentarios instaló la siguiente idea en mi cabeza: “vale, ahora estás gordo, y eso está mal, eso claramente no gusta, pero no te preocupes porque un día pegarás el estirón y volverás a ser normal, a sentirte adecuado”.
El problema es que el estirón no llegaba, de hecho engordé más, y los comentarios continuaban. El famoso estirón no llegaba, pero otra cosa sí que lo hizo: apareció la ginecomastia. La ginecomastia es una agrandamiento anormal en el pecho de los hombres, en mi caso de la glándula mamaría.
La ginecomastia no es algo muy extraño en chicos adolescentes, algunos estudios dicen que hasta el 70% de chicos lo tienen en algún grado, y suele estar provocada por los cambios hormonales. Normalmente desaparece con el tiempo, cuando pegas el estirón.
Fui al médico, al endocrino concretamente y me dijo que todo estaba bien, que seguramente la ginecomastia desaparecería sola, y que lo único que tenía que hacer era, y cito palabras textuales: “cerrar la boca y comer menos”.
La visita a este endocrino fue un punto de inflexión, un antes y un después. Las dos cosas que me creaban un gran complejo, mi sobrepeso y mi ginecomastia, tenían solución y estaba en mi mano, yo tenía el control. Empecé de forma gradual a obsesionarme por mi peso, y por la cantidad de alimentos que comía. Además recibía las felicitaciones de esos “comentaristas” recurrentes en mi vida que me daban la enhorabuena por la pérdida de peso. A pesar de haber perdido algunos kilos, la ginecomastia no desaparecía y yo continué restringiendo las calorías diarias con el objetivo de eliminarla. Ahora los comentarios volvían a ser negativos: “César, estás demasiado delgado”. En ese momento yo ya había perdido el control de la situación, se me había ido de las manos. Sentía que me había metido en un círculo vicioso del que era difícil salir. Además llegó la primera consecuencia: mi rendimiento académico bajó considerablemente, como mi peso. En primero de bachillerato, con diecisiete años, pasé de tener muy buenas notas en todas las asignaturas a suspender la mitad de ellas.
Volví al médico con alrededor de quince kilos menos. Ya no tenía sobrepeso, ya no estaba gordo. De hecho estaba muy delgado. Sin embargo, la ginecomastia no había desaparecido. Me ofrecieron una solución: la cirugía estética. Entrar al quirófano, a la sala de operaciones y quitármela. El sistema de salud pública español cubre este tipo de operaciones, aunque sean por razones estéticas. ¿Y por qué lo hacen? Pues porque diversos estudios afirman que la presencia de la ginecomastia en chicos jóvenes produce un significativo descenso de la autoestima, su salud mental y su capacidad para las relaciones sociales, incluyendo desórdenes alimenticios como la anorexia.
A pesar de eso, para este tipo de operaciones, es el cirujano, en mi caso, el que tenía que tomar la última decisión y decidió que no iba a hacerlo. Conozco casos como el de un primo mío al que operaron sin ningún problema. Yo no tuve esa “suerte” (entre comillas).
La ginecomastia ha limitado profundamente la primera parte de mi juventud. Limitó mi vida social y sexual. Por supuesto no me quitaba la camiseta bajo ningún concepto, y vestía ropa muy ancha para que nadie notara mi complejo. También perjudicó profundamente mi imagen corporal y mi relación con la comida, convirtiéndola en una enemiga. Y he pasado todo tipo de fases con ella: desde la restricción severa de alimentos para perder peso a la ingesta compulsiva, comer compulsivamente, o como se conoce comúnmente como pegarse atracones.
Hoy en día la situación ha dado un giro de 180 grados y ya no veo a la comida como una enemiga. Todo lo contrario: disfruto de cocinarla, comerla, conozco qué alimentos me van a dar más energía, cuáles me van a hacer sentir peor, experimento… Y lo mismo con mi imagen y cómo hablo de mi cuerpo. Lo hago desde una posición mucho más sana. Este cambio ha tomado tiempo, años, y ha requerido de ayuda profesional. Por eso te animo a que si crees que puedes tener este tipo de problemas pidas ayuda y consejo profesional lo antes posible para evitar mayores consecuencias físicas y psicológicas también, claro. En mi caso, la ayuda profesional no solo me ha ayudado a mejorar mi relación la comida y mi imagen, sino también a ver todo lo que había detrás; asuntos relacionados con la aceptación y el control.
La dictadura de la imagen y de la estética empieza pronto, muy pronto. Te voy a dar unos datos muy recientes de un estudio, el III Barómetro Juvenil de Salud y Bienestar de la Fad en España.
Dentro del colectivo de jóvenes españoles, es la franja de edad de los adolescentes de entre 15 y 19 años la que más se somete a las dietas de adelgazamiento. En concreto, el barómetro recoge que uno de cada cinco (21%) realiza alguna dieta para perder peso en el momento actual. Más del 50% lo hacen por razones estéticas.
Alejandro Gómez Miguel, sociólogo explica por qué son los más jóvenes los más afectados por esta dictadura estética: “Los adolescentes se ven mucho más expuestos a la influencia del impacto de las redes sociales. A veces importa más la imagen que se transmite en redes que la imagen real. La cultura de la superficialidad está calando en los adolescentes y ellos están sujetos a más confusión porque están creando su identidad”.
La adolescencia es un periodo de gran vulnerabilidad, donde muchos de nosotros nos sentimos inseguros, intentando buscar cuál es nuestro lugar en el mundo.
Me encantaría decirle al César de quince años que años después va a dejar de hablarse mal, de hecho, va a hablarse muy bien y a querer y a respetar a su cuerpo.
Y puede que estés pensando que si he trabajado tanto en este asunto y he mejorado mis problemas con mi imagen y mi complejo, es un poco raro y contradictorio que estuviera buscando una clínica de cirugía estética para operarme y quitarme la ginecomastia.
Y así es, como te he dicho al principio del episodio tengo muchos sentimientos encontrados.
Por un lado, es cierto que he aprendido a vivir con mi complejo y ya no me limita como antes lo hacía. En el episodio que hice después del verano, el año pasado, te conté que era la primera vez que había estado yendo a la playa, y me había quitado la camiseta sin pensar demasiado.
Ha llegado un punto en el que el complejo ya no me limita, pero me sigue incomodando. Y pienso: “¿Por qué no te quitas esa incomodidad de una vez por todas? ¿Por qué no eliminarla por completo si es posible? ¿Por qué no sentirte completamente relajado cuando te quitas la camiseta en el vestuario del gimnasio o en la piscina?”
Si tuviera que crear una lista de ventajas y desventajas de operarme, la principal ventaja sería esa: eliminar un complejo en forma de incomodidad que me acompaña desde hace veinte años.
Y si pienso en las desventajas de hacerlo, la primera es que me genera una profunda sensación de traición, traición a mi mismo y a mi cuerpo. Ya lo sé, ya sé que pienso demasiado las cosas… me como la cabeza demasiado.
Pero es que si me pregunto de forma honesta por quién lo haría, no es por mí, no lo haría por mí. A mí no me molesta tener lo que tengo, no me impide hacer nada. Tampoco lo haría por la gente que me quiere. Mi novio no me va a querer más o verme más o menos atractivo con o sin ginecomastia.
Si soy honesto, lo hago por los demás. Porque no quiero que alguien cuando me quite la camiseta pueda pensar que tomo o he tomado esteroides, por ejemplo, ya que es un efecto secundario muy habitual en personas que los usan. Y si soy superhonesto, no quiero que alguien piense que tengo un problema hormonal y soy un hombre más femenino. Y esto es un gran tema. La masculinidad y la feminidad.
No es de extrañar que la operación de cirugía estética más frecuente tanto en hombres como en mujeres sea la misma: se operan el pecho.
En el caso de las mujeres el agrandamiento de pecho y el caso de los hombres de ginecomastia.
¿Cuál es el estándar de belleza ideal según el género?
En el caso de las mujeres es el de una mujer delgada, pero con curvas y unos pechos turgentes.
Si hablamos del hombre, un buen pecho masculino y musculado, por supuesto.
Es increíble cómo la influencia del género, esa construcción casi en su totalidad social, no solo hace que nos comportemos de forma diferente sino también que lleguemos al punto de entrar a un quirófano para modificar nuestro cuerpo perfectamente funcional.
Y con esto no estoy haciendo una crítica a las personas que deciden hacerlo, sería idiota, yo mismo lo estoy pensando, es simplemente una de las ideas que me han pasado por la cabeza estos días; cómo la dictadura de la imagen tiene un impacto en nosotros.
Otra de las cosas negativas de hacerlo sería sentar un precedente que pudiera abrir la puerta a otras posibles cosas que me pueden incomodar o acomplejar en el futuro.
Quizás has tenido la suerte de nacer cumpliendo con los estándares estéticos actuales y no tienes ningún gran complejo, ni nadie te ha hecho nunca comentarios sobre tu cuerpo. Sin embargo, si tenemos un poco de suerte, nos haremos mayores, nos haremos viejos, y ahí es la oportunidad perfecta del sistema para decir: “¡ey! ¿Sabes que puedes quitarte esas arrugas en la cara?, ¿por qué no rejuvenecer tus ojos con una simple operación?” Un sistema que cada vez coge nuevas partes de nuestros bellos cuerpos para modificar, estirar, agrandar, empequeñecer o rejuvenecer. Hoy en día puedes incluso rejuvenecer tu vagina o tus testículos. Un sistema que se preocupa, y mucho, por que no lleguemos a gustarnos nunca. Un sistema que provoca que la sociedad genere un sentimiento de insatisfacción corporal constante y después proporciona una crema, tratamiento u operación como solución a ese problema cultural.
Te diré algo, mientras hago este episodio, y lo hago con un constante nerviosismo en mi estómago, me da la sensación de que lo estoy haciendo, de forma inconsciente, para buscar razones para no operarme nunca.
Creo que la razón más grande por la que no lo haría nunca es por mi cuerpo y por mi actual relación con él y por mi percepción de él. Pienso que después de haberlo maltratado en el pasado, de haberle hablado tan mal, ahora sería una traición hacerle esto. Sería aceptar que hay algo que está mal, que tiene que ser arreglado, que tiene que ser modificado. Y es una sensación muy extraña, algo que no había sentido hasta que he pensado seriamente la idea de operarme de una vez por todas. Es una sensación de profundo agradecimiento a mi cuerpo, que me levanta todos los días, me lleva de un lado para otro y acumula experiencias. Cuerpo que se formó durante nueves meses en el vientre de una de las personas que más quiero en este mundo, mi madre.
Es por eso que a pesar de que sé que eliminar la ginecomastia me daría más seguridad y comodidad, hacerlo me pondría en un conflicto con la idea que tengo de mi cuerpo y de mi valor como persona.
De verdad que me ha costado muchísimo esfuerzo, y alguna lágrima, hacer este episodio, pero al mismo tiempo ha sido tremendamente terapéutico para mí, no te lo puedes imaginar.
Para terminar el episodio quiero acabar con una reflexión personal. Siempre hablamos de que hay que trabajar en nuestra autoestima, en nuestra percepción, en quererse, todo esto… ¡y está muy bien! Pero me parece muy ingenuo pensar que en la construcción de nuestra autoestima no haya una parte colectiva. Es mucho más difícil crear una buena autoestima si recibes mensajes constantes de que necesitas mejorar todas las partes de tu cuerpo. Me encantaría que como sociedad nos rebelásemos y dejásemos de pensar que es verdad lo que nos venden. Ojalá nos diésemos cuenta de que no tenemos cuerpos llenos de complejos, sino cuerpos complejos que cada día nos regalan un día más.
Te mando un abrazo grande y te ánimo también a que abraces a tu cuerpo, a tu cuerpecito o a tu cuerpón que te ha traído hasta aquí hoy.
¡Hasta el próximo episodio!
Flashcards de vocabulario: https://quizlet.com/gb/795209669/episodio-129-el-valor-del-tiempo-y-la-semana-laboral-de-cuatro-dias-flash-cards/
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Hola Cesar,
Gracias por tu honestidad et felicidades por esto. es un regalo para nosotros!
Cada uno de nosotros tiene algo como esto.
Gracias por la cualidad de tu podcast y la manera de tratar las temas.
tienes suerte por lo que eres.
te deseo lo mejor!
Muchas gracias por hablar del tema muy actual, me gusta el podcast y los textos completos, eso ayuda mucho a aprender construcciones nuevas en contexto!
Gracias una vez más por tu franqueza y por un vistazo a tu interior más profundo. No tienes nada de qué avergonzarte en absoluto.
Creo que para ti el peor tiempo ya pasó. Solo puedo decirte que a medida que envejeces y que tienes más confianza en ti mismo, que menos te importa lo que diga la gente.
Pero creo que ya has tomado tu decisión por ti mismo, en realidad es claramente reconocible en lo que dices.
Y pienso que deberías tomar esta decisión solo por ti mismo y escuchar a tu voz interior y no lo que piensen o digan otra gente. No importa en absoluto.
Solo tú cuentas en este caso, es tu cuerpo.
Confío en que…
muchisimas gracias cesar por tu vulnerabilidad y honestidad. It’s brave. Y es un regalo a todos que lo escuchan, y lo hacemos sentir menos solo en esta cultura con tanto presión de apariencias. Te envío un abrazo grande