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E234 El cine quinqui: cuando los delincuentes eran las estrellas del cine espaƱol

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Ejercicio de comprensión:



Episodio 234 - El cine quinqui: cuando los delincuentes eran las estrellas del cine espaƱol

ĀæAlguna vez has escuchado la palabra ā€œquinquiā€? QuizĆ”s te suena raro, Āæverdad? O quizĆ”s estĆ”s pensando que tiene algo que ver con la palabra inglesa "kinky", que se usa para hablar de prĆ”cticas sexuales poco convencionales. Pero no, no tiene absolutamente nada que ver. En inglĆ©s, "kinky" habla de cosas relacionadas con el deseo, con lo sexual, con lo extraƱo o tabĆŗ. Y si tienes curiosidad, en espaƱol usamos la palabra fetichista. En cambio, la palabra espaƱola "quinqui" con "q" de Quebec hace referencia a otra cosa muy diferente.Ā 


"Quinqui" es un tĆ©rmino coloquial que se empezó a usar en EspaƱa para referirse a jóvenes delincuentes, generalmente de clase baja, que vivĆ­an en barrios perifĆ©ricos (en las afueras de las ciudades), y lo hacĆ­an en situaciones de pobreza y marginalidad. Muchos de ellos eran conocidos por cometer pequeƱos robos, consumir drogas como la heroĆ­na, y vivir al margen deĀ la ley. El origen de la palabra parece estar en una deformación de la palabra ā€œquincalleroā€, que era una persona que vendĆ­a objetos de poco valor, como utensilios de cocina o herramientas, muchas veces de manera ambulante (por la calle) y en mercadillos. Con el tiempo, ese tĆ©rmino se asoció a personas de etnia gitana que hacĆ­an esta actividad, y luego evolucionó hasta convertirse en "quinqui" con un significado mĆ”s relacionado con la delincuencia juvenil de las ciudades de los aƱos 70 y 80.


Hoy te voy a hablar del cine quinqui, un cine que no se menciona en los típicos libros para aprender español, esos que te hablan de Almodóvar, del flamenco, de la paella... pero no de esto. Y sin embargo, el cine quinqui fue, durante un tiempo, el reflejo mÔs crudo, mÔs directo y también mÔs incómodo de una parte muy concreta de la sociedad española. Una parte que existió y que fue muy visible en los barrios de muchas ciudades. Te lo voy a contar todo, con calma, con ejemplos, con contexto... y como siempre, con el principal objetivo de que mejores tu español, especialmente la comprensión, disfrutando del proceso.


Antes de empezar de verdad, te recuerdo que tienes disponibles recursos gratuitos en la web spanishlanguagecoach.com: la transcripción completa de este episodio, una traducción al inglés y también tarjetas de vocabulario. EstÔn ahí para ti, para ayudarte a entender mejor, para repasar después, para quedarte con esas palabras que quizÔs te suenan pero no dominas del todo.


Vale, ahora sí, vamos a entrar en materia. Vamos al pasado. Estamos en España, a finales de los años 70. Ha muerto Franco, el dictador que gobernó el país durante casi 40 años en un ambiente claustrofóbico, de represión, y el país estÔ empezando a cambiar. Poco a poco, la censura se empieza a relajar. Ya no hay que pedir permiso para contar según qué cosas en las películas. Y claro, de repente, muchos directores, muchos artistas y también muchos productores que no eran artistas, sino simplemente empresarios, ven una oportunidad. Una oportunidad para mostrar lo que antes estaba oculto: los cuerpos, el sexo, la violencia, la delincuencia, las drogas... Lo que no salía en los telediarios  en la tele, ni en los libros, empieza a aparecer en el cine.


Y aquĆ­ es donde aparece el cine quinqui. Como te he dicho antes, la palabra ā€œquinquiā€ era una forma coloquial de llamar a los jóvenes delincuentes de clase baja, normalmente de barrios obreros, que vivĆ­an en situaciones de pobreza, de exclusión. Muchos de ellos robaban para poder comprar heroĆ­na, que en esos aƱos hacĆ­a estragosĀ en EspaƱa. Por cierto, estudiante, cuando decimos que algo "hace estragos" queremos decir que causa mucho daƱo, muchas consecuencias negativas. En este caso, la heroĆ­na causó estragos porque destruyó muchas vidas, provocó adicciones, enfermedades, muertes y tambiĆ©n mucha violencia en las calles. Hacer estragos es una expresión que usamos para describir un impacto muy negativo sobre algo o alguien.


Y es importante entender por qué se disparó el consumo de heroína en aquellos años. Durante la Transición española y los primeros años de la democracia, los barrios obreros, los barrios de gente trabajadora (especialmente en ciudades como Madrid, Barcelona, Sevilla o Bilbao) estaban muy politizados. Venían de una tradición fuerte de lucha contra la dictadura, con movimientos organizados que reclamaban, que pedían, cosas como viviendas dignas, sanidad, educación o derechos laborales. Eran barrios combativos, con asociaciones vecinales muy activas y una juventud organizada.


A partir de los años 80, coincidiendo con la llegada de la heroína, esos barrios se vieron arrasados por la droga. La droga hizo estragos: miles de jóvenes murieron, otros fueron a la cÔrcel, y estas comunidades estaban mÔs débiles. Había poca información sobre los efectos de estas sustancias, no existía la educación en salud que tenemos ahora y, ademÔs, muchas familias no sabían cómo reaccionar ante esta nueva amenaza.


Y aquí te comparto algo que aprendí recientemente leyendo un libro muy recomendable, escrito por Alana Portero, que se llama "La mala educación". En ese libro se menciona una teoría que yo no había escuchado antes, y que me impactó bastante: se habla de cómo la droga, especialmente la heroína, fue introducida de forma masiva en estos barrios obreros, y que los poderes públicos (los gobiernos de la época) no mostraron un interés real en erradicarla. Erradicar significa eliminar por completo, hacer eliminar algo de raíz. Pues bien, lo que señala Portero (y también otros autores, activistas y sociólogos) es que el Estado no actuó con rapidez ni con la seriedad necesaria, y en algunos casos incluso miró hacia otro lado, cuando esta destrucción social estaba pasando.


Hay incluso teorías (que ojo, no estÔn todas demostradas, pero sí muy extendidas) que dicen que esa especie de pasividad por parte de los gobiernos, esa falta de acción real por parte del Estado con la llegada de la heroína a los barrios obreros, no fue casual. Que en realidad, les venía bien, era conveniente para ellos. ¿Por qué? Porque así se desactivaba una juventud muy organizada, muy crítica, muy molesta para el poder. Una juventud que salía a la calle, que se reunía, que exigía cosas. Y claro, si esa juventud estaba atrapada por la droga, ya no protestaba, ya no luchaba.


Es fuerte, lo sé. Y repito, no se puede afirmar con total certeza, pero es una idea que muchas personas han comentado, y que a mí personalmente me dejó pensando cuando la leí. No solo por lo que dice, sino por lo que implica: que las drogas no solo destruyeron vidas, sino que también destruyeron esa red social, esa fuerza colectiva que había en muchos barrios obreros.


Vale, estudiante. Ahora que ya conoces el contexto social, volvamos a este tipo tan particular de cine. El caso es que algunos de estos chicos, fĆ­jate tĆŗ, pasaron de estar en la calle robando coches, a protagonizar pelĆ­culas que contaban precisamente... eso. Su vida. Su realidad. Estas personas se convirtieron en actores y actrices.


Uno de los directores mÔs conocidos de este género fue Eloy de la Iglesia. Un director que venía del mundo del cine mÔs tradicional, pero que decidió que había que contar esas historias incómodas, esas historias que nadie quería mirar de frente. Historias de chicos que salían a la calle con una navaja (un tipo de cuchillo pequeño) en el bolsillo, que vivían en casas sin agua caliente, que no sabían lo que era tener un contrato de trabajo, y que muchas veces, terminaban muertos antes de cumplir los 30 años.


Y claro, estas películas no eran como las de Hollywood. No eran elegantes, no eran perfectas, no tenían actores profesionales. Muchas veces los protagonistas eran delincuentes reales como te he dicho. Por ejemplo, uno de los mÔs famosos fue El Vaquilla. Este chico había robado decenas de coches, había estado en centros de menores, en prisión, y un día un director decidió que quería hacer una película sobre su vida... y que él mismo la protagonizara. Imagínate eso. Interpretarte a ti mismo en una película sobre tus delitos, mientras la policía todavía te estÔ buscando. De hecho, en algunos momentos estaba en semilibertad o incluso con causas pendientes con la justicia. Parece una locura, ¿verdad? Pues eso pasó.


Y claro, todo esto generó muchísima polémica. Porque había gente que decía: "¿Pero qué estamos haciendo? ¿Glorificar a los delincuentes? ¿Darles fama?". Y otros pensaban justo lo contrario: que estas películas eran una manera de visibilizar la marginalidad, de poner en pantalla una realidad que existía y que nadie quería mirar de frente. Al final, eran historias duras, pero reales. Y como suele pasar, cuando algo incomoda, aparecen opiniones muy divididas.


Y te preguntarÔs... ¿por qué este cine tuvo tanto éxito? ¿Por qué la gente iba al cine a ver estas historias tan duras, tan tristes, tan violentas? Pues porque había morbo, claro. Morbo es esa curiosidad que nos atrae hacia algo que es tabú, violento, triste o prohibido. Es como un interés irresistible por algo que sabes que no deberías mirar, pero que te engancha. A la gente le llamaba la atención ver esa parte de la sociedad que no salía en las revistas ni en los informativos. Pero también, aunque no lo reconocieran, muchas personas se sentían identificadas. Porque España no era un país rico. Muchas familias vivían con lo justo. Y aunque tú no fueras un delincuente, quizÔs tu primo sí lo era. O tu vecino. O el hijo del panadero. Era una realidad que estaba ahí, al lado, pero que normalmente no se mostraba.


Y mira, aunque yo no viví ese periodo en su parte mÔs dura, sí que recuerdo perfectamente los años 90 y los coletazos finales de todo aquello. ¿Qué quiero decir con "coletazos finales"? Pues es una expresión que usamos para hablar de los últimos efectos o consecuencias de algo que ya estÔ acabando, pero que todavía deja huella. En mi caso, recuerdo entrar muchas veces al portal de mi edificio y encontrar personas consumiendo heroína, encontrar jeringuillas en los parques, o sentir bastante inseguridad porque había muchos robos en el barrio. Era una sensación constante de que algo estaba mal, de que la calle no era un lugar seguro del todo. 


Y aquí quiero hacer una pausa, estudiante, para recomendarte que si tienes curiosidad, puedes buscar algunas de estas películas. Es probable que sean fÔciles de encontrar en internet. Por ejemplo: "Navajeros", "Yo, el Vaquilla", o "Perros callejeros"... Pero te aviso: no esperes grandes efectos especiales ni actores con una dicción perfecta. Son películas duras, con lenguaje muy callejero, de la calle, y a veces con escenas bastante explícitas. Pero si te interesa conocer esa parte de la historia reciente de España, son, pues, una ventana muy potente.


Y con los aƱos, ese cine que fue tan criticado, que muchos llamaban ā€œcine basuraā€, ha empezado a ser revalorizado. Ha pasado como con el buen vino. Hoy se considera parte del patrimonio cultural espaƱol. No porque sea un cine perfecto, sino porque refleja una parte de la sociedad que existió, que fue muy dura, y que necesitaba ser contada.


Así que estudiante, si un día te apetece ver una película española que no sea ni Almodóvar, ni de la Guerra Civil, ni una comedia de Netflix... te animo a explorar este cine. Porque también es cultura. Porque también es historia. Y porque a veces, para entender un país, hay que mirar no solo sus éxitos, sino también sus sombras, sus partes mÔs oscuras.


Y ahora cuéntame tú, ¿en tu país existe algún tipo de cine marginal o alternativo? ¿Has visto alguna película que te haya impactado por su crudeza o por mostrar una realidad difícil? Puedes dejar un comentario en la plataforma donde escuchas este pódcast, así practicas tu español escrito y me cuentas un poco mÔs sobre ti.


Y si te ha gustado este episodio, si te ha parecido interesante, ya sabes: suscríbete, déjame una valoración positiva, y recomienda este pódcast a otras personas que estén aprendiendo español.


”Hasta el próximo episodio!


Un abrazo grande.



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